El Ser Venezolano… A mi entender.
por Carlos DÂlvaro

Esta nueva identidad que se estaría formando y a la vez forjando en el territorio americano, traería consigo una nueva configuración, una nueva visión del mundo, una nueva cosmogonía y maneras muy peculiares de vivir la vida en sociedad, que rápidamente advertirán que todo aquello que es proveniente de Europa, es precisamente de Europa; lo proveniente de África es de África; lo de América, igualmente de América y el híbrido o fusión de las tres algo totalmente y a la vez maravillosamente distinto. La prueba de ello, se puede ver en hombres como Simón Bolívar, un Rubén Darío o el mismo Inca Garcilaso quienes tuvieron un arraigo excepcional a lo producido en Hispanoamérica, un sentimiento de diferencia hacia lo puramente español o lo puramente americano y sus vidas y obras concretas se hicieron realidad gracias a la riqueza cultural que habían heredado.
Es así como se da origen a las diversas identidades culturales que hoy perduran en el continente, específicamente en el territorio hispanoamericano. Para efecto de las presentes líneas, la venezolanidad será el epicentro a considerar y con ella el conjunto de rasgos, valores y tradiciones que la caracterizan y hacen de ella su ser: el venezolano como confluencia de las distintas vertientes culturales y sociales en el marco de lo que históricamente se ha podido constatar y evidenciar.
Se comenzará pues, diciendo, que el venezolano es una persona de una gran sensibilidad, siente el calor humano y es compasivo con el prójimo, lo que lo hace un ser cargado de emotividad y sentimientos que vendrán dados por las circunstancias diarias y las hostilidades de su cotidianidad. Ser venezolano implica además una gran capacidad de adaptación a las circunstancias que se viven: es ese conformismo y esa resignación que carga al venezolano de una especie de determinismo que hará que este se sienta identificado con su condición actual, ya sea socio-económica o cultural. Además es un ser con una inteligencia muy viva, que raya casi en la picardía: el resolver las situaciones diarias con gran ingenio y esa facilidad para inventar soluciones momentáneas hacen que “el resolver con lo que hay” se vuelva una característica muy particular. Este rasgo se puede relacionar inclusive, muy estrechamente con el del indígena venezolano, quien a pesar de las condiciones adversas en que vivía y vive, sabe como ‘resolvérselas’ para poder subsistir.
Ser venezolano es ser esa persona que aspira a la igualdad. Su deseo de paz y su apego a la convivencia en grupo, hacen que las desigualdades sean factores de desintegración; y más allá del tan solo deseo de igualdad en un aspecto en particular – como por ejemplo la igualdad ante la ley – la igualdad en general sería lo ideal para resolver de una vez por todas, cualquier indicio de envidia y de confrontación entre unos y otros. Esto es, la estandarización de la vida, la homogenización de la misma y hoy más que nunca se puede evidenciar en las calles de Caracas y del resto de las ciudades de Venezuela. A su vez, el venezolano es ese ser cargado de intuición que casi siempre está motivado por corazonadas, que casi siempre está adelantado a los hechos que sucederán y que de algún modo con ello intenta reducir la incertidumbre en la que vive para darle mayor estabilidad a su universo.
Como heredero de un pasado pluricultural, el venezolano se hace sentir por su música, desde el vibrar de las cuerdas del cuatro llanero hasta el resonar de los tambores costeños de Barlovento; así como por su comida, en donde de acuerdo a la fecha, las mesas de los hogares venezolanos se revisten de una insustituible arepa rellena, un delicioso pabellón criollo o de una suculenta hallaca navideña, así como también del típico chigüire o bocachico en las semanas santas de cada año. Esta mezcla de sabores y sazones tendrá lo característico del ser venezolano, en la confluencia de lo típico de cada región y en la riqueza que ello bien le aporta: en el caso de la hallaca, la hoja de plátano vendrá a ser lo típico del África, el maíz de la masa propio de los indígenas de América y las aceitunas y alcaparras que brindan un sabor sin igual, propias de la vieja Europa.
Ser venezolano, es ser en definitiva un individuo pasional: es un ser circunstancial en donde la razón está al servicio de las emociones y en donde ese temperamento casi bipolar que carga la psicología del venezolano hace que sus estados de ánimo varíen conforme se conciba y moldee una circunstancia en un momento determinado. Esto, obviamente convergerá con otra característica del venezolano: su modo de ser impredecible, el no saber a ciencia cierta como reaccionará hacia un hecho en particular o como se verá influido por el mismo.
Finalmente, estas líneas no pueden culminar sin antes mencionar un aspecto que es muy pronunciado y a la vez muy característico del ser venezolano: la devoción religiosa o inclinación hacia lo místico. En Venezuela, por ser un país fundamentalmente católico, es típica la adoración a la Virgen de Coromoto, de la Pastora, del Valle, de la Chiquinquirá etc. Así como también a los Santos de la Iglesia y las visitas dominicales al templo de Dios son bastante concurridas. A su vez, el sincretismo religioso que es típico de los países de América Latina, también se hará sentir en las tierras venezolanas cuando el danzar de los diablos de Yares o las festividades de Corpus Cristi hagan deleitar a los concurrentes con sus ritos y bailes en honor al Santísimo Sacramento. Se hace importante destacar también otras deidades que son muy típicas de la santería de origen negroide y que también forman parte de la devoción de muchos venezolanos como son el Negro Primero, María Lionza, el negro Miguel, entre otros; quienes también configurarán ese universo de carácter místico del venezolano, con figuras de yeso en muchos de los hogares y fiestas típicas alrededor del año.
Ser venezolano, en definitiva, es ser un individuo multifacético, complejo y antagónico. Los rasgos anteriormente descritos tan solo brindan una aproximación a lo que el individuo de estas tierras representa en medio de su realidad, lo que siente en su diario vivir y el como reacciona ante las diversas situaciones que cada día se le presentan. Lo importante de todo está en el hecho de aceptar de que gracias al pasado tan rico y diverso que se posee por el entrecruce de razas, religiones y culturas diversas, es que la realidad del venezolano es la que es y que en medio de una serie de desaciertos, como muchos puntualizan despectivamente sobre dichas configuraciones al hablar negativamente sobre los venezolanos; el sentirse venezolano se hace único y el sentido de pertenencia a estas Tierras de Gracia colman cualquier vacío que ose revestir la idiosincrasia de cualquier nativo. Ser venezolano definitivamente implica apego a lo venezolano, identificarlo y diferenciarlo de lo ajeno y sentirse orgulloso de lo que ello implica ya sea por sus riquezas, sus virtudes y sus defectos. Esto es el ser venezolano o al menos así se hace ver, a mí entender.
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